viernes, 27 de enero de 2012

Sexcuelita Table - Lección 3

Sexcuelita Table - Lección 3 - Historia - La primera noche de tubo

Por: Sargent Table

Fieles ciudadanos de esta abandonada Nación, les saluda Sargent Table desde su confinamiento voluntario en un alejado lugar del sureste de la República Mexicana; en esta ocasión traído a este espacio por la nostalgia de los grandes tiempos teiboleros que han ido quedando en el pasado poco a poco.

Muchas ocasiones he comparado las enseñanzas de la noche con las batallas de la vida, donde sin importar si conquistas o eres conquistado, si sales bien librado o gravemente herido, atesorarás un invaluable cúmulo de experiencias que muchas otras personas no juntarán en toda una vida de andanzas. Aquí les comparto la anécdota de mi primer noche de tubo, hace ya más de doce años, en el Puerto de Acapulco.



Corría el año dos mil y el lugar para mi debut en el ambiente de observación de pelícanos fue el legendario Tabares Diana, Acapulco. Por aquellos días yo aún era menor de edad y como todo joven calenturiento quería observar cosas nuevas, y fue mi tío el patrocinador de una entrada clandestina al primer tiempo del placer; algo que me cautivaría y daría un rumbo definitivo al resto de mis noches.

Todavía como aquellos veteranos de guerra que recuerdan con vívidos detalles cada uno de los movimientos, colores, texturas y sabores, tengo grabado a fuego cada aspecto de esa noche mágica. Recuerdo que mi tío cubrió el reglamentario cover y una propina adicional para que pasara desapercibida mi falta de credencial de elector. 

El ambiente oscurecido, pero bien acentuados tonos neón de los focos con algunas nubes de humo y abundantes pantallas en que se proyectaban canales pornográficos y al centro del gran salón el imponente tubo. Una decoración digna de la época de las ficheras donde cualquiera esperaría en cualquier momento ver saltar a escena a Tongolele o a Lin May. Los lockers de las chicas y sus camerinos a la vista del público que hacían las delicias de todos los asistentes; especialmente de mis ojos aún inexpertos en el arte de la observación tubística. Y para rematar la mise en place, una regadera igualmente a la vista de los espectadores donde al terminar su turno al bate, las chicas podían ser bañadas por cualquier animoso voluntario de entre el público. 

Para complementar el concepto, (a mi gusto único en México) los meseros en patines, vestidos con playeras de equipos de fútbol atendiendo rápidamente a los clientes, el animador vestido en un traje de rata y un ambiente para el recuerdo; para la posteridad.




Como si esto fuera poco, uno de los seres más angelicales que he visto en la escena del tubo y con quien conocí mi primer baile privado. Su nombre era "América" y a la fecha sigue siendo la muy digna portadora del lugar número uno de mi top de bailarinas.

En aquel momento no sabía que los privados generalmente duran tan solo un par de minutos, o bien lo largo de una canción; lo cierto es que a mi me parecieron los minutos más duraderos y gozosos de mi vida teibolera. 

Atraído por el recuerdo de una noche redonda, volví un par de ocasiones más tarde, pasados 6 y 10 años respectivamente; encontrándome con nuevos gratos momentos y nuevos conceptos. Pero esas son historias para otra ocasión. 

Hasta pronto amigos teiboleros! Felices Tallarines!